domingo, 11 de septiembre de 2022

¿NOS GUSTA LA PORNOGRAFÍA?

Hay quien dice que le aburre, quien lo mira con goce, quien siente morbo, fascinación o temor. Hay quien le echa encima una mirada intelectual. Hay quien se apropia de él para hacer un discurso revolucionario. Hay a quien le da asco y a quien le parece un arte. Hay quien toma nota para luego copiar en la cama o intentarlo, al menos. Y hay a quien le entra el complejo por no poder alcanzarlo. 



Frente al porno hay muchas posturas pero, para quien no quiera mojarse, la indiferencia es la postura más socorrida. ¿Alguna vez te has sentido indiferente al mirar una película pornográfica como si eso no fuera contigo ni con tu libido? Entonces es probable que hayas sentido cierto alivio-moral e, incluso, la tentación de sentirte superior frente a aquellos que -imaginas- la han visto con excitación. Pues te equivocas de planteamiento. 

No es cierto, claro, que todo el porno resulte para todos igualmente turbador y misterioso; pero sí que para todo el mundo hay al menos cierto porno realmente perturbador. Desconfía de quien te hable con llaneza sobre el cine X como si la cosa fuera con otro. Hay una gran parte de la población que puede experimentar mucha vergüenza ante el porno pero también hay mucha gente a quien el porno le excita y no encuentra en ello ningún motivo para la vergüenza. 

Vivimos una época en la que el porno es más accesible que nunca. Basta hacer un clic para adentrarse en la experiencia de manera anónima, a solas o en compañía. La red proporciona porno a la carta, gratuito en muchos casos y donde puedes escoger por categorías.

Es cierto que gran parte de la oferta de pornografía está destinada al público masculino y que, muy a menudo, reproduce estereotipos machistas heterosexuales. Muchas páginas se recrean en la humillación femenina y el quid del placer masculino parece radicar en que la mujer se deje hacer aunque no disfrute. Así, no es de extrañar que a muchas personas el porno les resulte desagradable e hiriente. 

Afortunadamente, cada vez hay un abanico más amplio, tanto en páginas como productoras, que apuestan por un porno que se salga de los clichés, tanto del porno más machista como del llamado porno para mujeres el cual a veces está demasiado lleno de feminidad, es decir, música romántica, polvos suaves y cariñosos. También está creciendo un producto sin violencia ni estereotipos, orientado de cara a un público que busca un cine X diferente. 

Pero es necesario subrayar muy bien esa frontera que divide la pornografía que consumimos y nos excita, de lo que hacemos en nuestra vida sexual. Es decir, puede excitarnos ver un trío, pero eso no significa que queramos participar nunca en uno. 




El cine X se trata de un producto orientado a gente adulta por lo que es sorprendente que, a veces, la gente vea más allá de pura ficción, lo que ocurre en el porno. Por ejemplo, en Japón, la pornografía centrada en el tema de la violación es muy abundante y, sin embargo, los delitos de violaciones brillan por su ausencia. 

Esto no quiere decir que la pornografía no influya en nuestro imaginario sexual. Muchos chicos y chicas toman las escenas de los vídeos porno como referencia para sus experiencias, exponiéndose a una sexualidad "pornificada" que seguramente no les resulte satisfactoria. 

Por ello, es importante que cuando accedan al cine adulto, reciban mensajes positivos respecto a la sexualidad y accedan a un porno donde haya diversidad de opiniones, sin estereotipos machistas pero  sin establecer tampoco una censura feminista, un porno donde haya diversidad de opiniones y de mensajes positivos respecto a la sexualidad. 

Hay que saber distinguir la realidad de la ficción. El porno no es en sí bueno o malo, la bondad y la maldad radican en la mente del consumidor. 

Lo que opina y siente cada persona ante el porno es algo muy personal. Cada uno buscamos cosas diferentes en el porno pero al final todos buscamos excitación y satisfacción. Hay porno que tiende a ser aburrido, feo y repetitivo pero el porno bien hecho también puede ser divertido y placentero. 

Y si se disfruta en pareja, también puede ser un subidón de adrenalina siempre que sea consensuado y apetecido por ambas partes, como todo juego sexual.  

Así que, ¿por qué no te pones una peli y te dejas llevar, a ver qué te provoca...?

Un beso,

Kassandra

Artículo parcialmente extraído de revista Sexologies




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