domingo, 2 de junio de 2013

Infidelidad.¿Por qué?

La infidelidad es un tema muy sensitivo que hoy en día es la razón de un gran porcentaje de las rupturas o divorcios en el mundo. 
Sus causas pueden ser innumerables y van desde emocionales, psicológicas, sociales, ambientales, culturales etc. Y no es lo mismo, cuando la infidelidad se produce en una pareja o matrimonio con muchos años de vida en común, incluso con hijos, a cuando ocurre en una pareja con poco tiempo de relación o noviazgo. 

En el caso de los matrimonios o 
relaciones largas, cuando uno de los miembros ha sido infiel, éste dice haberse aburrido o desencantado de la pareja, haber perdido la famosa “chispa”. No se trata de justificar la infidelidad pues es un compromiso que hemos tomado voluntariamente hacia nuestra pareja pero, como bien es cierto que el amor y el interés en algo no dura para siempre, vamos a intentar analizar objetivamente las causas de ésta. 

En las relaciones duraderas, hay personas que en los inicios de la relación, son las más atentas y cariñosas, cuidan su apariencia física y dan el todo por el todo por su pareja. Esta actitud con el tiempo va cambiando, ya sea por costumbre, por rutina, por la suicida idea de que ya está todo hecho, por la llegada de los hijos a los que se les presta entonces toda la atención u otras causas.
Tratar de cambiar lo menos posible a la otra persona y tratar de ser nosotros mismos siempre, desde el inicio de la relación. Y aunque en el transcurso de nuestra vida, iremos cambiando, por los años y las circunstancias que vivamos, debemos luchar para que nuestra esencia no cambie y continuar siendo aquella persona que enamoró a nuestra pareja. Si en los inicios, vendemos una imagen encantadora sólo para conquistar y luego de casados sacamos el verdadero yo, no pasará mucho tiempo antes de que la relación entre en un precipicio sin fondo. 
Estos cambios de actitud con la pareja, son paulatinos y van afectando poco a poco el convivir y hacen que la otra parte se aburra o decepcione. El amor de pareja depende en gran medida de cómo lo cuidemos y sepamos llevar nuestra relación. A no ser que se haya tenido siempre en cuenta que la pareja es un tesoro que hay que cuidar, cuando se detecta esta apatía de pareja, la relación amorosa está tan deteriorada que prácticamente no existe. Existe la relación de compañeros de piso (o de hipoteca), la relación “papá y mamá”, incluso una relación de amistad. Aunque el cariño mutuo y el amor común por los hijos, permita muchas veces, continuar con una convivencia agradable, OJO, hay que ser consciente de que la pérdida de la pasión o de la intimidad como pareja, convierte esa relación en una bomba de relojería. 
Todos deseamos sentirnos vivos y la pasión es una de las sensaciones más vivas que existen. Algún día, ese vacío interno tan íntimo puede llegar a ahogarnos y tarde o temprano, puede aparecer alguien externo que llame tanto nuestra atención que surja la posibilidad de ser infiel. 
Así pues, si se llega a ese punto, es vital reconocer esa carencia, por doloroso que pueda resultar. Hacer como que todo es perfecto y no buscar la comunicación con la pareja a fin de buscar una solución, es el error más grande que se puede tener y, desgraciadamente, el más frecuente. Hay que ser consciente de que será verdaderamente difícil salir de esa desidia. Lo más fácil es será culpar al otro pero, si todavía quedan restos de aquel amor mutuo, se supone que debe primar la comunicación y el entendimiento. Hablando como pareja y tomando medidas a tiempo, todavía será posible recuperar lo perdido. Costará, requerirá un gran esfuerzo por parte de los dos pero, remando juntos en la misma dirección, se puede conseguir. 
En la mayoría de los casos (repito: en la mayoría, no siempre, que no todas las personas somos iguales), este vacío acostumbra a ser en las mujeres, por una carencia emocional, no sentirse amadas, comprendidas o valoradas. En cambio, en los hombres, generalmente, la insatisfacción es más de carácter sexual. Necesitan o desean sexo con más frecuencia del que a su pareja le apetece. 
Vuelvo a repetir que este argumento es en general. Pero rotundamente, es lo más frecuente. Mi experiencia de varios años como asesora erótica, me lo muestra día a día, reunión a reunión. En las charlas, en las conversaciones que se producen en éstas. 
Y es que es el pez que se muerde la cola… Mujer: No me apetece porque nunca es cariñoso conmigo. Sólo cuando quiere sexo. Hombre: ¿Cómo voy a ser cariñoso, si siempre me está diciendo que no? 
Al margen del tipo de carencia que sea, lo que cuenta es que se deseará a esa nueva persona porque parecerá tener todas las cualidades que echamos de menos en nuestra pareja. Entonces ya sólo primará, la lucha interna entre “tus olvidadas mariposas” que ansían revolotear de nuevo y tu sentido del compromiso y de la fidelidad. En algunos casos, gana el compromiso de la promesa que hiciste a tu pareja. De esos casos, a veces la victoria es porque queda amor todavía pero, tristemente, otras veces la fidelidad se mantiene SÓLO por miedo a ser descubiertos y poder perder todo lo construido. Si existiera la posibilidad de ser infiel con la seguridad ABSOLUTA de que jamás se sabrá, el número de infidelidades crecería vertiginosamente. 
Otras veces, en cambio, el revuelo de las mariposas resulta tan atronador, que sólo ellas consiguen la victoria porque el sentimiento de pasión, amor o deseo es ensordecedor y no permite escuchar al entendimiento. 
Hay otras causas que simplemente son sociales, ya sea por presión de grupo o simplemente por el ejemplo que tuvieron. Estas personas sencillamente no están ni estuvieron comprometidas nunca con la palabra “monogamia”. 
Personalmente me pregunto si el ser humano lleva en sus genes, la monogamia o ésta es una lucha “anti-natura” contra su verdadera naturaleza. 
Hay personas que creo no pueden luchar contra un instinto primitivo o animal, como es el instinto de cazador. Parece una tontería pero no lo es. Es la esencia de los inicios de ser humano. 
Hay hombres y mujeres que necesitan esa sensación de seguir sintiéndose cazadores, atractivos o deseados. Quizás ya ni tenga que ver con la infelicidad con su pareja, sino con una insatisfacción consigo mismos que sólo se sacia al comprobar que siguen siendo activos en el terreno de la conquista y “la caza”. 
Quizás la fidelidad es, más bien, un compromiso creado por nuestra sociedad y cultura. No sé... 
 El ser humano ansía sobre todo, amar y ser amado. Sentir permanentemente “mariposas revoloteando” en nuestro estómago. Pero seamos realistas, por Dios, esa sensación es la fase de enamoramiento en la que la pasión y el deseo ciegan nuestro corazón, nuestro entendimiento y todo nuestro ser. Nos encontramos en estado de idiotez total, románticamente cursis y con un estado de ánimo tan variable que cualquier palabra o gesto de la persona amada, puede llevarnos de la felicidad más infinita al dolor más insoportable. Seguramente, si esa fase de enamoramiento durase eternamente, creo que nos consumiríamos física, mental y hasta laboralmente, porque durante ese periodo toda tu energía se enfoca en el ser amado y pocas cosas somos capaces de hacer bien al 100%, si no tiene que ver con nuestro Romeo o Julieta. 
Y ahí está la clave… Cuando se adquiere este compromiso, es una decisión que se toma en la anterior citada fase “de las mariposas” pensando que esa sensación va a continuar existiendo permanentemente. 
Y hay que ser conscientes de que una relación duradera, no vivirá permanentemente en esa fase de enamoramiento inicial. A ésta seguirán otras donde se irán añadiendo la complicidad, el deseo de compartir proyectos futuros y un amor más sereno y más sólido. Pero ese amor jamás deberá dejar de lado la pasión y la intimidad porque, si no, tarde o temprano, uno de los dos la echará de menos, en mayor o menor grado. Así que ese amor debe ser sólido y fuerte, tan mimado y cuidado diariamente, que en la balanza compense siempre a cualquier mariposa. Y no por conveniencia o miedo a perder una estabilidad, si no porque de verdad nos aporte una felicidad tan amplia en nuestra vida que la mariposa, por bonita y colorida que sea, no pueda competir. 
La persona que engaña siempre encontrará una justificación como las mencionadas en los primeros párrafos de este artículo, y puede que hasta cierto punto esté en lo correcto pero una infidelidad nunca es o debe ser la salida a nada. 
Porque el matrimonio o la relación que se tenga (no importa como se llame mientras exista el deseo de ser solo dos), está basada en una decisión. En una decisión de ser fiel y estar allí en las buenas, en las malas y en las peores. 
Y cuando se confía en la otra parte, en ese acuerdo íntimo entre ambos, el descubrir la traición puede resultar tan doloroso para el “engañado” que incluso algunas personas buscan de salida hasta la muerte. Otras se deprimen tanto o sienten tanta culpa, que afectará a sus posibles relaciones futuras, pues pierden la confianza en el sexo contrario. Otras caen en una depresión de la cual es muy difícil salir. 
Consumada una infidelidad, viene la pregunta del millón: Perdonar o no? 
Decían antes que “hombre fiel no hay y que toda mujer que se case tiene que saber que en algún momento el hombre le será infiel; pero que el hecho que “tiren una canita al aire” no los hace del todo infieles; infieles se les llama a los que dejan su hogar y faltan a su palabra por irse con otra” 
Bufff!!! Perdona? Difícil pensar así, a no ser que seas de aquella época. Será cierto o no? Lo dejamos a cada cual… 
Lo cierto es que perdonar una infidelidad no es nada fácil. Primero debemos hacer las paces con nosotros mismos y aceptar los hechos tal cual fueron y sin adornos. Luego que hayamos tocado fondo, es decir, después de haber llorado y desahogado nuestras rabias y angustias, debemos evaluar si nos conviene o no (emocionalmente hablando), perdonar y seguir adelante o dejar todo hasta ahí. Eso claro, si la otra persona desea seguir con nosotros y está pidiendo otra oportunidad. 
Si se decide perdonar, es primordial superar en común ese episodio. Enterrarlo en lo más profundo, hacer como que nunca ha pasado y no hablar de ello, seguramente se convertirá en un rencor oculto que, tarde o temprano, explotará de un modo u otro. Esa pérdida de confianza debe recuperarse y, si la pareja no lo consigue sola, debe buscar ayuda para entender qué ha pasado, por qué se llegó a ese punto y como crear unos nuevos cimientos en la relación . 
También hay que recordar que la tercera persona (con la cual se ha sido infiel), no es el culpable de todo. Esta persona no es la que tiene el compromiso con nosotros, este compromiso lo tenía nuestra pareja. A esa persona no le interesa si nos lastima o no, pues no tienen un vínculo con nosotros; ese vínculo pertenece al matrimonio del cual solo forman parte tu pareja y tú. Además quien sabe que le habrá dicho tu pareja? Quizás dijo que era divorciado/a o soltero/a… En fin, el/la responsable es quien falta a la decisión tomada de ser fiel. 

Ya me despido. Si estas líneas, te ayudaron a reflexionar, me doy por satisfecha. 
Y si tienes pareja, te animo a que evalúes como está tu relación. Si crees que algo es mejorable, actúa y trata, desde hoy, de hacer un cambio en tu vida de pareja. 
Evita la monotonía y rutina. Continúa o lucha por volver a ser la persona de la que se enamoró él o ella. 
Cuida a tu hombre. Cuida a tu mujer. Mima a tu pareja, cuida tu presencia física, sé respetuoso hacia ella y procura estar pendiente de sus necesidades como persona. Siempre digo en las reuniones: “no dejes que los zapatos de fuera, se oigan más fuerte que las zapatillas de dentro…” 
Los besos y los abrazos no deben dejarse sólo para los momentos sexuales o ratos de cama. A cualquier hora serán bien recibidos porque éstos no sólo sirven para transmitir deseo, si no también amor, cariño y comprensión. El contacto físico es tan importante… 

Como decía una vieja canción… "El amor y la pasión, son como las golondrinas. Que hay que darles de beber en cada esquina, amor, en cada esquina" 
Recuerda y canturréala cada día en tu corazón... 

Un beso, 

Kassandra
LSK Sensual Boutique

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